Tal vez no se trate de un diseñador en sí mismo, pero sus habilidades gráficas están a primer nivel y seguramente son admiradas por muchos profesionales del diseño. Este pintor de coches y motos, no solamente nos deslumbra con un dominio técnico propio de Sorolla, sino que plasma con precisión los artefactos mecánicos que pueblan sus pinturas y más aún, refleja con intensidad el drama, la tensión, la velocidad y la belleza del evento protagonizado por hombre y máquina.
Sus poderosas imágenes más que fotografías parecen pequeños vídeos, de gran intensidad narrativa, de gran efecto cinético, que casi tienen banda sonora. No le costaría demasiado a una productora de anuncios crear un vídeo a partir de uno de sus cuadros.
En la era de Internet, del ordenador y los programas de dibujo, de la omnipresente fotografía digital y sus medios de edición, la maestría sigue estando en el lápiz y en el pincel, porque el papel y el lienzo son los verdaderos campos de batalla donde se produce la creación con mayúsculas. Lo importante no es tener los medios, sino saber lo que se quiere hacer, y parece que Tom Fritz lo sabe. Afición y perfeccionismo son características que todo diseñador que se precie debe tener y Tom las encarna de manera ejemplar.
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